Autora: Dayetsis Anabel Almeida Torres.
ORCID: 0000-0001-6219-0848
“La pandemia de COVID-19 es una crisis en medio de otras amenazas globales que ha puesto a prueba la cooperación internacional, una prueba en la que esencialmente hemos fracasado”.
António Guterres
La principal motivación para el surgimiento de la Organización de Naciones Unidas (ONU), cuyos fundadores habían sufrido la devastación de dos guerras mundiales, fue evitar, a las generaciones venideras, el flagelo de la guerra. Así, el primer propósito de las Naciones Unidas, de acuerdo con su Carta, es: Mantener la paz y la seguridad internacionales (…)(ONU, 1945, pág. 3).
Para ello, en el artículo 24 de la propia Carta, se le confirió al Consejo de Seguridad la responsabilidad primordial de mantener tanto la paz como la seguridad internacionales.
Sin embargo, la composición del Consejo de Seguridad[1] ha impedido que se cumpla con los fines para los que fue creado. En este sentido, es necesario señalar que, en la actualidad, la guerra y los conflictos internacionales nos son las únicas amenazas a la paz y a la seguridad.
La aparición del nuevo coronavirus, en un contexto de crisis estructural del sistema internacional y la consecuente agudización de los problemas globales, ha representado un desafío para todas las naciones. Precisamente, el presente artículo tiene como objetivo evaluar las acciones de la ONU para lograr la paz y la seguridad internacionales luego de la aparición del virus SARS-CoV-2 (2020-2021).
Los primeros casos de COVID-19 fueron detectados en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019. En enero del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la enfermedad como una emergencia de salud pública internacional y, dos meses después, el 11 de marzo, la catalogó como pandemia.
El 23 de marzo del 2020, a solo 12 días de haber sido catalogado el virus SARS-CoV-2 como pandemia, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, declaró que la agresividad del virus ilustraba la locura de la guerra y pidió un alto al fuego mundial inmediato en todos los rincones del mundo (ONU, 2020). Asimismo, el Secretario General, en su declaración del 23 de abril de 2020, solicitó que los derechos humanos ocuparan un lugar destacado en la respuesta mundial a la COVID-19.
Para el 22 de junio del 2020, este llamamiento del Secretario había sido respaldado por 114 Gobiernos, organizaciones regionales y dirigentes, así como por numerosos grupos de la sociedad civil y 16 grupos armados (ONU, 2020). En esa misma fecha, en una carta dirigida al Secretario General por el Representante Permanente de Alemania (quien ostentaba la presidencia del Consejo de Seguridad en dicho mes) ante las Naciones Unidas se reconoce que la pandemia estaba exacerbando las causas profundas de los conflictos armados: el desempleo, la desigualdad, el estigma social y la desconfianza en las instituciones del Estado. Asimismo, se declaraba que la enfermedad se incrementaba tanto en la zona de conflictos como en sus alrededores, debilitando, particularmente la función social de las mujeres (ONU, 2020).
La petición de alto al fuego fue respaldada, igualmente, por la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad (S/RES/2532 (2020)) el 1 de julio del 2020. Este texto, redactado por Francia y Túnez, reconoció el alcance sin precedentes de la pandemia de coronavirus pues la enfermedad había dejado de ser una crisis sanitaria para devenir en una crisis de seguridad.
En la resolución, aceptada por unanimidad, los quince integrantes del órgano de paz y seguridad exigieron un cese general e inmediato de las hostilidades en todas las situaciones y exhortaron a todas las partes de los conflictos armados actuales a participar de inmediato en una pausa humanitaria de al menos 90 días para permitir la entrega segura, continua y sin obstáculos de ayuda vital (ONU, 2020).
No obstante, el texto aclaraba que ese cese general e inmediato de las hostilidades no se aplicarían a las operaciones militares dirigidas contra el Estado Islámico en el Iraq y el Levante (EIIL, también conocido como Dáesh), Al-Qaida y el Frente Al-Nusra (FAN), todas las demás personas, grupos, empresas y entidades asociadas con Al-Qaida o el EIIL, así como otros grupos terroristas designados por el Consejo de Seguridad (ONU, 2020). .
Asimismo, el documento solicitó al Secretario General que instruyera a las 13 misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas a apoyar los esfuerzos de los países anfitriones para contener el coronavirus y reconoció el papel fundamental que estaban desempeñando las mujeres en las actividades de respuesta a la COVID-19, así como el desproporcionado impacto negativo que tenía la pandemia, especialmente a nivel socioeconómico, en los grupos más vulnerables.
Sobre la aprobación de la Resolución 2532, Christoph Heusgen, representante permanente ante la ONU de Alemania, afirmó: “Es una señal muy fuerte de unidad del Consejo y una señal de esperanza que enviamos al mundo” (ONU, 2020).
En agosto del 2020, en una sesión del Consejo de Seguridad sobre los desafíos para lograr una paz sostenible durante las pandemias, el Secretario General de las Naciones Unidas expresó:
“Nuestro compromiso de mantener la paz es más urgente que nunca. Los desafíos de esta pandemia ponen de relieve como nunca la necesidad de dar respuestas coherentes, multidimensionales y transversales según la lógica interna de los Objetivos de Desarrollo Sostenible” (ONU, 2020).
Más adelante, en esta misma intervención, António Guterres, al hacer referencia a la Resolución 2532, expresó: “Es un paso en la dirección correcta”; no obstante, “se necesita mucho más para traducir los primeros logros en medidas concretas sobre el terreno”. Junto a estas dos aportaciones, resaltó, también, la influencia que pueda ejercer el máximo órgano de seguridad para realizar una mayor labor de prevención (ONU, 2020).
Igualmente, en un debate del Consejo de Seguridad sobre gobernanza global después de la crisis del COVID-19, celebrado el 24 de septiembre del 2020, António Guterres, declaró que: “La pandemia es una crisis en sí misma que tiene lugar en un contexto de altas tensiones geopolíticas y otras amenazas globales de formas impredecibles y peligrosas”. Sin embargo, más adelante señaló que la escala alcanzada por el COVID-19 es el resultado de “una falta de preparación, cooperación, unidad y solidaridad global” (ONU, 2020).
Otra acción dirigida a garantizar la paz y la seguridad internacionales fue la Carta de fecha 12 de febrero de 2021, dirigida al Secretario General por la Representante Permanente del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte ante las Naciones Unidas. En este documento se reconocía la necesidad de disponer de vacunas seguras y eficaces que permitieran reducir la magnitud y la duración del virus.
En este sentido, se enfatizaba en la necesidad de realizar una distribución equitativa y segura de vacunas en situaciones de conflicto e inseguridad y se reconocía el papel que podría desempeñar el Mecanismo COVAX[2] en este contexto.
Además, Consejo de Seguridad aprobó en febrero del 2021 una resolución (S/RES/2565 (2021)). El documento, redactado por el Reino Unido y patrocinado por más de 110 países, incluidos los 15 miembros del Consejo de Seguridad, pedía a todos los Estados miembros el acceso equitativo a las vacunas, incluidas las zonas en conflicto. Igualmente, solicitaba financiar la iniciativa COVAX, así como incluir a los refugiados en los programas de vacunación de cada país.
La resolución reconoció el papel de la inmunización extensiva contra el COVID-19 como un bien público mundial e invitaba a las economías desarrolladas, así como otras personas que podían hacerlo, a donar dosis de vacunas a países de ingresos bajos y medianos y países necesitados.
Como puede observarse, desde la aparición del virus hasta la actualidad, tanto el Secretario General como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han realizado varias declaraciones relativas al tema de la paz y la seguridad internacionales. En todos los casos, se identificó a la pandemia del coronavirus no solo como una amenaza al desarrollo y a la consolidación de la paz, sino como un factor capaz de agudizar los conflictos o propiciar otros nuevos.
Para dar una respuesta colectiva al virus, a la par que se mantuviesen la paz y la seguridad internacionales, se propusieron dos acciones esenciales: cese general e inmediato de las hostilidades en todas las situaciones y un acceso equitativo a las vacunas, incluidas las zonas en conflicto.
En el caso de la primera acción, no ocurrió un cese general e inmediato de las hostilidades. Los impactos de los enfrentamientos entre actores armados y el uso indiscriminado y deliberado de la violencia contra la población civil se vieron amplificados a causa de la pandemia, que agravó, aún más, la precariedad y desprotección de numerosas poblaciones afectadas por conflictos armados. Casos como el de Yemen, evidenciaron la carga añadida de la pandemia en sistemas de salud extremadamente deteriorados por años de violencia (Asociación Española de Investigación para la Paz, 2020).
Asimismo, el COVID-19 ha incidido en el desarrollo de la delincuencia y el crimen organizado transnacional, lo que se ha expresado en que, en medio de sociedades fuertemente convulsionadas, las tasas de ataques en espacios públicos, cárceles y hogares se han elevado de manera notable; se ha facilitado el cibercrimen ante el desarrollo exponencial del teletrabajo; y se ha modificado las tendencias globales del tráfico de personas y armas.
Por su parte, la segunda acción, tampoco ha dado los resultados esperados en tanto que solo un tercio de la población mundial ha recibido el esquema completo de la vacunación. Esta cifra es alarmante en términos de equidad ya que los países de renta alta y media han usado el 75% de las vacunas producidas a la fecha mientras que los países de ingresos bajos han recibido menos del 1% de las inmunizaciones. En el caso de África, la población vacunada no llega al 5% (ONU, 2021). Además, no se ha logrado que todos los Estados miembros incluyan en sus planes nacionales de vacunación a todas las personas, independientemente de su estatus legal.
En definitiva, la pandemia de COVID-19 es una crisis en medio de otras amenazas globales que, de acuerdo con lo expresado por el Secretario General de las Naciones Unidas: “ha puesto a prueba la cooperación internacional, una prueba en la que esencialmente hemos fracasado” (ONU, 2020).
La inoperancia de las naciones del mundo para hacer frente, de una manera colectiva, al virus SARS-CoV-2 y lograr mantener la paz y la seguridad internacionales, ha demostrado, una vez más, la crisis que vive el sistema multilateral, en particular de las Naciones Unidas.
En estas condiciones, se hace necesario trabajar para lograr un multilateralismo en red, con vínculos y cooperación sólida (ONU, 2020) entre organizaciones internacionales y regionales, instituciones financieras internacionales y otras alianzas e instituciones globales.
Sin embargo, no es probable que esto ocurra en tanto se prioricen los derechos del capital transnacional por encima de los derechos de las personas humanas. Mientras que en el Consejo de Seguridad (responsable de mantener la paz y la seguridad internacionales) exista una correlación de fuerzas que permita al imperialismo gobernar el planeta sin rendir cuentas (Castro, 1993), no se podrá avanzar hacia una solución efectiva pues, no puede buscar ninguna solución el mismo actor que ha provocado el desorden internacional en que vivimos.
Por tanto, ¡urge reformar las Naciones Unidas! El mundo actual necesita tanto de la ONU como aquel en el cual nació. No hay modo de sostener por más tiempo como algo natural e inamovible un orden internacional desigual, injusto y antidemocrático, que antepone el egoísmo a la solidaridad y los intereses mezquinos de una minoría poderosa, a las legítimas aspiraciones de millones de personas (Bermúdez, 2020).
Bibliografía
Asociación Española de Investigación para la Paz. (2020). Alerta 2021: Informe sobre Conflictos, Derechos Humanos y Construcción de Paz. Recuperado el 20 de diciembre de 2021, de Asociación Española de Investigación para la Paz: https://aipaz.org/alerta-2021-informe-sobre-conflictos-derechos-humanos-y-construccion-de-paz/
Bermúdez, M. D.-C. (22 de septiembre de 2020). Intervención en el Debate General del 75 Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Recuperado el 7 de diciembre de 2021, de Presidencia y Gobierno de Cuba: https://www.presidencia.gob.cu/es/presidencia/intervenciones/intervencion-en-el-debate-general-del-75-periodo-ordinario-de-sesiones-de-la-asamblea-general-de-naciones-unidas/
Castro, F. (1993). Discurso pronunciado en el encuentro con organizaciones de solidaridad con Cuba. Salvador de Bahía: Aplicación para teléfono Android «Diccionario Fidel Castro Ruz».
ONU. (1945). Carta de las Naciones Unidad y el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. Nueva York: Servicios de Información Pública.
ONU. (1 de julio de 2020). El Consejo de Seguridad respalda el llamado a un alto el fuego humanitario mundial. Recuperado el 19 de diciembre de 2021, de Noticias ONU: https://news.un.org/es/story/2020/07/1476862
ONU. (12 de agosto de 2020). El mantenimiento de la paz durante las pandemias precisa respuestas coherentes y polifacéticas. Recuperado el 19 de diciembre de 2021, de Noticias ONU: https://news.un.org/es/story/2020/08/1478772
ONU. (24 de Septiembre de 2020). El mundo reprobó el examen de cooperación frente a la pandemia, urge repensar el multilateralismo: Guterres. Recuperado el 13 de diciembre de 2021, de Noticias ONU: https://news.un.org/es/story/2020/09/1481212
ONU. (23 de marzo de 2020). Llamado del Secretario General para un alto al fuego mundial. Recuperado el 21 de diciembre de 2021, de Secretario Generall: https://www.un.org/sg/es/content/sg/speeches/2020-03-23/secretary-general-appeal-for-global-ceasefire
ONU. (7 de octubre de 2021). COVID-19: La ONU presenta la Estrategia Global de Vacunación para alcanzar el 40% de la población a fin de año. Recuperado el 15 de diciembre de 2021, de Noticias ONU: https://news.un.org/es/story/2021/10/1498032
[1] Compuesto por quince miembros de las Naciones Unidas: cinco miembros permanentes con derecho al veto y diez miembros no permanentes elegidos por un período de dos años.
[2] COVAX es la iniciativa de la OMS para el acceso equitativo y oportuno de las vacunas contra el COVID-19 en todo el mundo. COVAX apoya el desarrollo de capacidades de fabricación y la compra de suministros, con anticipación, de modo que 2 mil millones de dosis puedan distribuirse de manera justa para fines de 2021 (ONU, 2021).

